El Edén de Riley 3: la imagen de Dios importa

by

Traducción al Español realizada por Sophia Battaglini.

CAPÍTULO 3: LA IMAGEN DE DIOS IMPORTA

El verano de mi segundo año de la secundaria fue significativamente memorable. Fue el segundo verano después del accidente que casi mató a mamá y borró tres semanas de mis recuerdos mientras me recuperaba de los daños en el cráneo y el cerebro. Mamá estaba libre de su yeso y en una silla de ruedas haciendo su terapia diaria para volver a caminar.

Todos los veranos desde sexto grado incluían una semana en un campamento de la iglesia. Cada vez, volvía a casa en un autobús con amigos diferentes a los que había subido al principio de esa semana. Mis amigos tenían los mismos cuerpos que antes, pero todos estábamos afectados por lo que había pasado en el campamento. Cualquiera que fuera el tipo de euforia que experimentáramos, la calificábamos de “subidón espiritual”, lo que claramente marcaba una diferencia en nuestras acciones, emociones y expresiones. Como patrón, duró aproximadamente una semana antes de que chocáramos con todos los demás que no estaban en el campamento con nosotros. Divididos y aislados, cada uno de nosotros se rindió a la gravedad de la realidad familiar que esperábamos que esta vez no nos absorbiera. Pero, efectivamente, cada año lo hacía. Lo que hizo que esa semana fuera más notable fue la conexión que compartimos con los otros campistas, los consejeros y el personal. Esa unidad se sentía cargada de iluminación y compromiso espiritual con el ideal más elevado que llamábamos “Dios”. En el fondo, sabíamos que lo que compartíamos juntos estaba singularmente bendecido y habitado por el Espíritu de un Poder Superior.

El siguiente evento de ese verano fue un viaje misionero de corta duración a Haití. Nuestro equipo de unos 15 estudiantes y acompañantes plantó árboles de café y distribuyó vitaminas en un par de pueblos remotos en las colinas de la península del sur de Haití. De nuevo, fue profundamente unificador.

El aparentemente interminable viaje de ida y vuelta a la ciudad costera de Les Cayes desde la capital, Puerto Príncipe, nos dio mucho tiempo para conocernos. Un estudiante gregario de Ohio llamado Jeff Miller se unió a nosotros. Me enseñó dos de los chistes más largos que he escuchado en mi vida, lo que podría haber sido una maldición porque al año siguiente torturé a familiares y amigos con esos chistes. Pero parecían más divertidos cuando Jeff los contaba.

Varias veces, por las noches, relajándonos después de la cena, nos visitaba un haitiano que nos cantaba en voz alta: “I pray for juuuu. Because I loove ju berry moooch. I want ju listen me, oh jes, I pray for juuu.” (Rezo por ustedes. Porque los quiero mucho. Quiero que me escuchen, oh sí, rezo por ustedes).

Volvimos a Puerto Príncipe la tarde anterior al día de vuelo de regreso a Kansas. Un grupo de cantantes estaba en el mismo hotel y dio un concierto esa noche en la sala de banquetes. Yo estaba muy familiarizado con el montaje de equipos de sonido, así que me ofrecí para ayudar en la preparación. El encargado del sonido se presentó. “Soy Greg”. Greg era de Dayton, Ohio. De todas las personas al azar que podía conocer en Haití sin compartir información de contacto, Greg terminó siendo mi cuñado al casarse con Teresa.

El tercer acontecimiento del verano fue la elección presidencial del cuerpo estudiantil que gané antes de que terminaran las clases. Más de 500 funcionarios del consejo estudiantil de todo Kansas se reunieron en la Universidad Estatal de Fort Hays en Hays, Kansas, para una conferencia de liderazgo. El primer día, nos dividieron en grupos de 10 a 12 estudiantes para formar divisiones de las actividades y discutir temas de liderazgo según lo asignado en las reuniones de la asamblea más grande. En una de las sesiones de las divisiones, la última noche de la conferencia, el personal repartió a cada grupo unos blocs de notas amarillos. Cada uno de nosotros recibió una página del bloc. La instrucción era escribir lo que era más importante para nosotros en ese pedazo de papel y doblarlo dos veces. La mayor parte de mi vida ha sido una experiencia cristiana, pero más sólidamente desde el accidente de mi primer año. Lo que yo entendía que era Dios era lo más importante en mi vida, y eso es lo que escribí en el papel amarillo. Cada uno de nosotros compartió por turnos con el grupo qué era lo más importante y por qué. Mientras compartíamos, teníamos que romper el papel doblado como un acto de dejarlo ir. No recuerdo lo que dije sobre Dios, pero recuerdo que al separar los trozos amarillos rasgados, la palabra “Dios” seguía intacta en uno de ellos. Parecía una señal de que Dios nunca se olvidará de mí, y que Dios nunca es algo para “dejar ir”.

Pero esa semana ocurrió algo más peculiar. La experiencia compartida de la misma se sintió igual que el final del campamento a principios de ese verano. Hubo una conexión y afinidad eufórica en la que sólo el Espíritu de Dios podía habitar. Incluso ahora, se siente un poco sacrílego decirlo, pero la evidencia lo demostró. Este acontecimiento no tenía nada que ver ni con la iglesia ni con Dios y, sin embargo, dio paso a una presencia innegable y profundamente mística que se sentía como amor y verdad.

Génesis 1:26-27

Entonces dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, para que domine a los peces del mar y a las aves del cielo, a los animales, a toda la tierra y a todo animal que se arrastra sobre ella. Así creó Dios al hombre a su imagen y semejanza; a imagen de Dios lo creó; masculino y femenino los creó”. Así que puedes ver aquí que el creador masculino cósmico diseñó una unión de lo masculino y lo femenino terrenal para simbolizar su pretendido matrimonio con lo femenino divino.

En este pasaje, los géneros son esenciales, pero la identidad de género -o CUALQUIER identidad- es intrascendente en la gran narrativa. El emparejamiento de lo que Dios creó a su imagen y semejanza fue la encarnación perfecta de una novia adecuada para el Dios altísimo.

En Génesis 1, la palabra original para Dios es “Elohim”, que significa la más alta calidad o grado. Es un sustantivo plural seguido de un verbo singular. Dioses – dijo, y Dioses, creó. Algunos estudiosos argumentan que aquí se inyecta un lenguaje formal, como el uso de “usted” en lugar de “tú” en español, o el “Nosotros” real apoyado por lo que sigue; “…nuestra imagen, a nuestra semejanza”. Sin embargo, en la siguiente frase hay una referencia singular “a su imagen y semejanza”. Por lo tanto, hay una pluralidad que también es singular.

Al investigar más a fondo, la Biblia revela múltiples naturalezas del altísimo e innombrable Dios. Por ejemplo, el segundo versículo de Génesis 1 menciona el “Espíritu de Dios”, que es el viento o el aliento de Dios, similar al aliento “insuflado” en Adán para dar vida al polvo moldeado en Génesis 2:7.

El evangelio de Juan, en el Nuevo Testamento, presenta a Jesús diciendo: “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Él estaba con Dios en el principio. Por medio de él se hicieron todas las cosas, y sin él no se hizo nada de lo que se ha hecho”. La idea es que la Palabra era la “parte comercial” de la naturaleza de Dios.

Hay una naturaleza de Dios que es también un Padre.

En Juan 10:30, Jesús dijo: “Yo y el Padre somos uno”.

Y de nuevo en Mateo 9:30, “Orad, pues, de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre”.

Lucas 11:13 – “Así que, si vosotros, que sois malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”

Aunque el término “trinidad” no se menciona en la Biblia, es evidente que los creyentes adoptaron la noción de Dios en tres personas o naturalezas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Al ser creados a “imagen de Dios”, los seres humanos somos singulares, pero también poseemos una especie de trinidad.

El Yo como padre ancestral:

Existe la impresión inmediata del padre ancestral como la parte de nosotros que está establecida y es perceptiblemente fundacional. Es el ideal más elevado del Yo. Sin embargo, también es la parte de nosotros que es más inherentemente incognoscible e innombrable. “¿Quién soy yo?” “¿Quién eres tú?” “Realmente”.

El Yo como palabra viva:

Otro aspecto de lo que somos es el “logos” o palabra. Habla, crea y actúa. Es nuestra integridad, o, de nuevo, “la parte comercial” del ser humano.

El Yo como espíritu:

El “pneuma” es la parte de “aliento, viento o espíritu” que hay en nosotros. Es la inspiración que nos anima y nos hace avanzar con esperanza y anticipación. También se describe como nuestra psique o alma y nuestra experiencia de la vida en el momento.

En el prefacio de la primera parte de este libro, titulado BURUNDI Y LA VIDA DE RILEY, mencioné una empresa de seminarios de formación y desarrollo llamada Landmark Worldwide.

Una de las distinciones de Landmark es: lo que eres en el presente no te lo da tu pasado, sino el futuro que estás viviendo.

Por ejemplo, imagina que tienes un trabajo de introducción de datos en un pequeño cubículo. Tu cubículo es uno de los muchos que hay en una gran sala con techos bajos y luces fluorescentes anticuadas. Ya sabes, las que tienen balastos que zumban y necesitan ser reemplazados. Es un trabajo que podrías odiar fácilmente, pero lo soportas por los ingresos predecibles y las vacaciones anuales. Es martes por la tarde, unos 15 minutos antes de la hora de cierre. Ayer fue un lunes terrible y hoy no es muy diferente. Tienes tres días más de la misma patética existencia antes del fin de semana. Es peor porque está lloviendo a cántaros y has olvidado el paraguas.

¿Cómo te sientes en ese momento? ¿Qué clase de persona eres? ¿Desesperanzado? ¿Frustrado? ¿Resignado? ¿Disparatado? ¿Resentido? ¿Un poco triste?

Ahora cambiemos una cosa en este escenario. Todo sigue igual en tu entorno de trabajo: el cubículo, el zumbido de las luces, la lluvia, todo. Pero esta vez, metes la mano en el cajón de tu escritorio y sacas dos billetes de avión a tu destino paradisíaco favorito con tu persona favorita del mundo. Tus vacaciones anuales comienzan en cuanto termina esta jornada laboral, y vuelas mañana por la mañana para pasar dos semanas de diversión, sol, comida, relajación y conexión.

¿Qué tipo de persona eres en este momento? ¿Emocionado? ¿Relajado? ¿En paz? ¿Feliz? ¿Agradecido?

La razón de nuestra miseria hoy no es por el pasado; es porque ponemos el pasado en el futuro predecible para que podamos quejarnos de su carácter ofensivo. Por supuesto, la mayoría de la gente del mundo no pierde la oportunidad de ofenderse por todo de todos modos. Basta con ver cualquier programa de entrevistas o canal de noticias por cable. Pero la cuestión es que podemos crear algo diferente. Podemos crear un nuevo futuro y vivir en algo positivo y alentador, separado del pasado, y experimentar ese futuro ahora.

Y por eso también importa la responsabilidad. Encontramos el sentido del presente en aquello de lo que somos responsables. La responsabilidad es un fenómeno del futuro distinto de la culpa, que siempre está en el pasado. Vivimos en la responsabilidad nos guste o no. Elige una que te inspire y dé sentido a tu vida.

Más sobre el Yo como espíritu:

La Biblia menciona todo tipo de pecados, pero sólo hay uno que es imperdonable.

Mateo 12:31 – “Por eso os digo que todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres (a toda la humanidad), pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada.”

Blasfemia GRIEGO: βλασφημία (blasphēmia): de blasfemo; vilipendio – hacer o difundir afirmaciones escandalosas sobre alguien para dañar o destruir su reputación.

Puedes blasfemar mi fundación y ascendencia y tu percepción de mí. Puedes maldecir mi integridad, mis palabras y mis acciones. Probablemente te perdonaré. Pero si tu visión nihilista del mundo maldice, vilipendia y aplasta mi pasión o mis sueños, ambos tendremos un imperdonable infierno que pagar.

Blasfemar o maldecir a una persona es algo común. Basta con mirar la mayoría de los comentarios de Twitter. Pero maldecir el futuro de una persona abre una caja de serpientes a tu propio riesgo. Cualquier futuro terrible que le atribuyas a otra persona es un futuro que, en algún momento, has imaginado que podría ocurrirte a ti. Así que lanzar ese hechizo puede sellar tu ineludible fin.

Pero esa no es la parte imperdonable. Convencer a alguien de que mate su propio futuro, de que apague su llama, de que haga añicos sus esperanzas. ESO sí que es imperdonable. La única redención posible que tienes es sacrificar u ofrecer tu vida para luchar contra ese dragón que desataste en otra persona. Entonces, sólo quizás, esa redención te encontrará y te liberará.

“EL DISEÑO DE LA GRATITUD ES LA CONEXIÓN”.

Comments are closed.